Es hora de permitir que se activen todos nuestros potenciales y capacidades como Seres Humanos.
Es hora de evolucionar hacia una percepción más amplia de ti mismo y del Universo.
Es hora de Re‐conectarte con tu Ser interno y multidimensional.
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Alejandra

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miércoles, 27 de marzo de 2013

SOMOS LIBRES

SOMOS LIBRES

El camino del crecimiento espiritual te permitirá encontrar una verdad que te parecerá asombrosa y abrumadora al mismo tiempo, saber que eres libre más allá de todo lo que imaginas y conoces.
Antes de darte cuenta del grado de libertad a la que tienes derecho, ni siquiera adviertes que eres prisionero.
No alcanzas a darte cuenta cuando estás eligiendo a conciencia y cuando estás eligiendo de acuerdo a ese condicionamiento.
Cuando aún no te das cuenta de lo libre que eres, las consecuencias se dejan ver en lo que pides a los demás.
Crees que los demás tampoco son libres, crees que ellos tendrían que hacer ciertas cosas y dejar de hacer otras, crees que deben responderte de cierta manera, en general, crees que tendrían que comportarse dentro de unos parámetros determinados, crees que tienen que ajustarse a una manera que tu consideras adecuada.
Si esperas que los demás se sometan a un molde establecido, estás creyendo internamente que tú ya cumples con ese molde, es decir que, ya te estás considerando un prisionero que tiene que cumplir ciertas reglas. No adviertes que esas reglas son los barrotes de tu prisión, porque crees que son tus propios valores, confundes tus valores con los barrotes de tu prisión.
Tus valores pueden regir tu vida y eso será maravilloso, pero tus valores impuestos en otra persona se convierten en una cárcel que encierra a los demás. Cuando quieres encerrar a otros en esa prisión, entonces demuestras que no te sientes libre, porque crees que nadie tiene derecho a ser libre de hacer lo que quiere y pretendes restringir su derecho a moverse, pensar, sentir y actuar en plena libertad.
Cuando tus valores rigen tu vida sabiendo que los demás también son libres para regirse por los suyos, entonces estás demostrando que te sientes libre y que estás viviendo la dicha de tu libertad. Tu libertad se experimenta solo después de dejar a todos en libertad. Puedes querer ayudar, colaborar, invitar a un cambio, pero no puedes aprisionar a nadie en tus ideales personales. Ni siquiera a tus hijos, tu pareja, tus padres, amigos, en definitiva, a nadie.
Esta libertad por momentos te parece imposible. ¿Cómo se puede vivir en ese grado de libertad? Sólo puedes disfrutar tu libertad y la de los demás cuando tienes clara la guía hacia el bien. Seguramente por eso esta verdad se va develando frente a nuestros ojos sólo cuando hemos avanzado lo suficiente en nuestro conocimiento espiritual.

Necesitamos estar bien firmes y equilibrados para hacer uso de esa libertad en conformidad con las leyes naturales para movernos hacia el bien. Tu libertad no tiene otra finalidad que brindarte felicidad y si aún no sabes qué es lo que te conviene para ser feliz, no puedes tener acceso a ella en plenitud.
Cuando comienzas a visualizar que tu prisión no es real, te asombras y no sabes ni siquiera a dónde ir, ni qué hacer. Puedes pensar que estabas más a salvo dentro de tu prisión, al menos eso era conocido y tenías asegurado cierto bienestar. Ahora, fuera de tu prisión eres responsable de ti, responsable de obtener lo que necesitas y el miedo te puede alcanzar. Ya no recuerdas qué es volar con tus propias alas.
Cuando recuerdas que has sido libre siempre y que tu prisión era solo un sueño, recién comienzas a disfrutar de todo lo que te pertenece y puedes dejar en libertad a todo aquel que te rodee.

También anhelas que los demás puedan volar con sus propias alas, especialmente si se trata de tus hijos, de tu pareja, de tu familia y de todos tus hermanos en el amor.
Debido a que el amor es libertad, ayudarás a que los demás eleven sus alas mientras tú también elevas las tuyas.
Respetas el libre albedrio de todos, tal como exiges que se respete el tuyo.
 
Alicia Hernandez

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