Es hora de permitir que se activen todos nuestros potenciales y capacidades como Seres Humanos.
Es hora de evolucionar hacia una percepción más amplia de ti mismo y del Universo.
Es hora de Re‐conectarte con tu Ser interno y multidimensional.
¿Es hora para ti?
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Alejandra
aleportis@hotmail.com
SOMOS LIBRES
SOMOS LIBRES
El camino del crecimiento espiritual te permitirá encontrar una verdad
que te parecerá asombrosa y abrumadora al mismo tiempo, saber que eres
libre más allá de todo lo que imaginas y conoces.
Antes de darte cuenta del grado de libertad a la que tienes derecho, ni siquiera adviertes que eres prisionero.
No alcanzas a darte cuenta cuando estás eligiendo a conciencia y cuando estás eligiendo de acuerdo a ese condicionamiento.
Cuando aún no te das cuenta de lo libre que eres, las consecuencias se dejan ver en lo que pides a los demás.
Crees que los demás tampoco son libres, crees que ellos tendrían que
hacer ciertas cosas y dejar de hacer otras, crees que deben responderte
de cierta manera, en general, crees que tendrían que comportarse dentro
de unos parámetros determinados, crees que tienen que ajustarse a una
manera que tu consideras adecuada.
Si esperas que los demás se
sometan a un molde establecido, estás creyendo internamente que tú ya
cumples con ese molde, es decir que, ya te estás considerando un
prisionero que tiene que cumplir ciertas reglas. No adviertes que esas
reglas son los barrotes de tu prisión, porque crees que son tus propios
valores, confundes tus valores con los barrotes de tu prisión.
Tus
valores pueden regir tu vida y eso será maravilloso, pero tus valores
impuestos en otra persona se convierten en una cárcel que encierra a los
demás. Cuando quieres encerrar a otros en esa prisión, entonces
demuestras que no te sientes libre, porque crees que nadie tiene derecho
a ser libre de hacer lo que quiere y pretendes restringir su derecho a
moverse, pensar, sentir y actuar en plena libertad.
Cuando tus
valores rigen tu vida sabiendo que los demás también son libres para
regirse por los suyos, entonces estás demostrando que te sientes libre y
que estás viviendo la dicha de tu libertad. Tu libertad se experimenta
solo después de dejar a todos en libertad. Puedes querer ayudar,
colaborar, invitar a un cambio, pero no puedes aprisionar a nadie en tus
ideales personales. Ni siquiera a tus hijos, tu pareja, tus padres,
amigos, en definitiva, a nadie.
Esta libertad por momentos te parece
imposible. ¿Cómo se puede vivir en ese grado de libertad? Sólo puedes
disfrutar tu libertad y la de los demás cuando tienes clara la guía
hacia el bien. Seguramente por eso esta verdad se va develando frente a
nuestros ojos sólo cuando hemos avanzado lo suficiente en nuestro
conocimiento espiritual.
Necesitamos estar bien firmes y
equilibrados para hacer uso de esa libertad en conformidad con las leyes
naturales para movernos hacia el bien. Tu libertad no tiene otra
finalidad que brindarte felicidad y si aún no sabes qué es lo que te
conviene para ser feliz, no puedes tener acceso a ella en plenitud.
Cuando comienzas a visualizar que tu prisión no es real, te asombras y
no sabes ni siquiera a dónde ir, ni qué hacer. Puedes pensar que estabas
más a salvo dentro de tu prisión, al menos eso era conocido y tenías
asegurado cierto bienestar. Ahora, fuera de tu prisión eres responsable
de ti, responsable de obtener lo que necesitas y el miedo te puede
alcanzar. Ya no recuerdas qué es volar con tus propias alas.
Cuando
recuerdas que has sido libre siempre y que tu prisión era solo un sueño,
recién comienzas a disfrutar de todo lo que te pertenece y puedes dejar
en libertad a todo aquel que te rodee.
También anhelas que
los demás puedan volar con sus propias alas, especialmente si se trata
de tus hijos, de tu pareja, de tu familia y de todos tus hermanos en el
amor.
Debido a que el amor es libertad, ayudarás a que los demás eleven sus alas mientras tú también elevas las tuyas.
Respetas el libre albedrio de todos, tal como exiges que se respete el tuyo.
Alicia Hernandez
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