Es hora de permitir que se activen todos nuestros potenciales y capacidades como Seres Humanos.
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Alejandra

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jueves, 23 de mayo de 2013

¡Buenos días amigos!, el placer de reencontrarnos.

¡Buenos días amigos!, el placer de reencontrarnos.

Después de décadas de ejercer mi profesión, he llegado a una conclusión que ustedes dirán que es muy obvia. Los médicos conocemos estas cosas, pero habitualmente no las usamos como poderosas herramientas que sirven para curar a los pacientes, y también para sanarlos.

Todos sabemos que las enfermedades producen un desequilibrio en el estado de armonía que vive nuestro ser, tanto en los aspectos físicos, psicológicos, espirituales y sociales. Es una circunstancia que altera a todos ellos, tal vez algunos más y a otros no tanto pero todo nuestro ser comienza a funcionar mal. Ese desequilibrio tiene un correlato con lo que pasa en nuestro cuerpo disminuyendo nuestras defensas, alterando nuestras hormonas y perturbando mecanismos químicos imprescindibles del buen funcionamiento orgánico.

En todo esto el cerebro ocupa un rol fundamental y las creencias otro tanto. Cuando padecemos una enfermedad importante y grave que amenaza nuestras vidas, nos damos cuenta que aún tenemos muchos capítulos sin cerrar. Cosas que debemos reparar, redimensionar y ponerlas en su lugar, donde no están ajenos los afectos. Nuestras relaciones deterioradas con seres queridos, viejos amigos o alguna persona que otrora fue importante en nuestras vidas.

En este momento resulta muy importante reconciliarnos con nosotros mismos y también con los demás, perdonarnos y armonizar nuestras vidas haciendo que la enfermedad pase a un segundo plano y desaparezca la desesperación.

Las dolencias graves, como cualquier otra situación importante que nos desestabiliza, ponen al descubierto muchas falencias y cosas sin resolver que todos tenemos. O sea, que además de sufrir el naufragio que nos impone el mal que padecemos se ponen al descubierto las cosas desagradables e inconclusas de nuestras existencias.

¿Para qué nos sirve continuar viviendo si no podemos sentirnos plenos, en paz y sabiendo que no hemos pasado en vano por este mundo?

Se ha producido un mecanismo de retroalimentación entre este estado de insatisfacción y la enfermedad que apareció: uno alimenta al otro y viceversa. Hemos visto con brutalidad todo eso que teníamos oculto, se ha puesto al descubierto y no podremos taparlo más. Por eso lloramos, nos angustiamos y desesperamos, no por el solo hecho que podamos morir.

Es necesario quitar los rencores, los enojos y las culpas y lograr la armonía y la paz que nos permite enfrentar con muchísimas más chances la adversidad que significa estar enfermo. En tal sentido, la enfermedad es una oportunidad para hacerlo, que no debemos despreciar.

Les deseo un día provechoso y productivo, mas damos más recibimos. Lo dice la ley de la vida, y es muy anterior a la ley de la atracción. Un cordial saludo y adelante, el mundo nos espera. Alberto 23-05-13
Gracias Doctor Alberto Cubero por sus reflexiones !!!.
 

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